Conrad Aiken, estadounidense, 1889-1973.
Encuentro
¿Por qué te miro? ¿Por qué te toco?
¿Qué busco en ti, mujer?
¿Por qué he de apresurarme
para estar contigo una vez más?
¿Por qué nuevamente debo explorar tu nada abisal
y extraer nada más que dolor?
Fijamente; fijamente, miro tus ojos acuosos
pero no quedo más convencido ahora que alguna otra vez
que no son más que dos espejos
reflejando la luz del firmamento.
Eso y nada más.
Y aprieto tu cuerpo contra el mío
como si esperara abrirme una brecha
directamente a otra esfera;
y me esfuerzo en por hablar contigo palabras que están
más allá de mis palabras,´
en las que todas las cosas son claras,
hasta que una y otra vez me hundo en tu nada abisal;
y la fría nada de mí:
tú riendo y llorando en este cuarto ridículo
con tu mano sobre mi rodilla;
llorando porque me crees perverso y desdichado;
y riendo por encontrar tan extraño nuestro amor;
con la mirada mutuamente clavada en una última esperanza,
ciega y desesperada,
de que el mundo entero cambie.