Yo no te amo


Yo no te amo. No. No te amo.
Sin embargo, soy tristeza cuando estás ausente.
Y hasta envidio que sobre ti caiga el cielo ardiente
con sus tranquilas estrellas que pueden alegrarse al verte.

Yo no te amo. Y no sé por qué
pero todo lo que haces me parece bien.
Y a menudo en mi soledad observo
que aquellos que amo no son como tú.

Yo no te amo. Sin embargo cuando te vas
odio el sonido (aunque los que hablen me sean queridos)
que quiebra el prolongado eco de tu voz
flotando en círculos sobre mis oídos.

Yo no te amo. Sin embargo tu mirada cautivante
con su profundo, brillante y expresivo azul
se planta entre la medianoche y yo
más intensa que cualquiera que haya conocido.

Yo sé que no te amo. Y que otros rasgaran
la confianza de mi corazón sincero.
Apenas percibo sus figuras en el futuro
porque mi mirada está vuelta hacia atrás.

Caroline Norton (1808-1877), poeta inglesa.


Giannina Braschi y el spanglish

 


Giannina Braschi es un puertorriqueña que vive en Nueva York. O sea: tiene un pie estadounidense y otro boricua. Su obra tiene esa misma duplicidad. Y la muestra con solvencia y creatividad. Lo que resulta difícil es ubicarla como escritora latinoamericana o estadounidense. Ella misma expone esa duplicidad de identidad en YO-YO Boing! (1998) escrita en spanglish, español e inglés. Tremenda furia verbal para hablar de los hispanos-estadounidenses y de esa indefinición de Puerto Rico de ser una nación independiente, un semiestado, o una colonia. 

Con múltiples influencias, pero, sobre todo, con la evidente de James Joyce más las de Antonin Artaud, Alfred Jarry y, un poco menos, la de Stanislaw Witkiewicz, llegó a Estados Unidos de Banano, novela en inglés, en la que, con bastante de parodia, muestra el colapso estadounidense, el fin de la democracia y la idea de que todos los hombres son iguales. 

Braschi es una escritora que apareció rompiendo moldes. Mostró cómo, con legítimo talento, se puede escribir de una manera diferente. Su irrupción en las letras a mediados de los noventa pareció revolucionaria. Pero solo ella lo es. No influyó en nada Los escritores vivos, tan escasos de talento, siguen por donde siempre anduvieron: la mediocridad del lenguaje, los personajes y los temas remanidos (con alguna que otra excepción que confirma la regla). Es cierto: el talento es imposible de copiar. 


Sylvia Plath entre la belleza y el dolor, la poesía

 



Sylvia Plath nació en 1932,  era hija del entomólogo y profesor universitario Otto Plath y de Aurelia Schober Plath. Fue una alumna brillante y una poeta precoz.

A los ocho años publicó su primer poema y, antes de los veinte, había escrito y publicado más de cincuenta cuentos en revistas literarias. Junto a su amiga Anne Sexton, se la considera la mayor representante de la poesía confesional. En mi opinión, ella está un escalón más arriba.

A principios de los años sesenta del siglo pasado, la poesía de Plath, basada en sus propias experiencias de vida, se vuelve poderosa y bella. Pero su vida, en apariencia la de una típica estadounidense rubia, bonita y sonriente, iba al desastre.

Su matrimonio con el poeta Ted Hugues, con el que tuvo dos hijos, la complicó más. Buena madre pero demasiado sensible como para soportar infidelidades, sus depresiones se agudizaron. Desde el fin de la adolescencia había sufrido de crisis graves que obligaron a internarla. Las crisis se agravaron, siguieron internándola y dándole terapia de electroshock, bestialidad de moda en esos años de mitad del siglo 20. 

Terminó separada de Ted y una noche no pudo más. De manera perfecta, con una preocupación y amor por el otro que se mantuvo hasta en sus horas más angustiosas, paso a paso, sin dejar margen al error que perjudicara a alguien más, fue haciendo esto: Sobre la mesa de luz del dormitorio de sus hijos, les dejó un vaso de leche y pan cortado; selló con cinta de embalaje todas las aberturas de la puerta del dormitorio; escribió una nota que, al entrar en las primeras horas de la mañana, vería la señora encargada de la casa. La nota decía: "Llame al doctor". Luego, como lo hizo con la puerta del dormitorio de sus hijos, selló la puerta y la ventana de la cocina. Encendió el gas, abrió la puerta del horno, metió la cabeza adentro.

De ese modo se suicidó una de las más grandes poetas de la literatura estadounidense. Mi poeta favorita. Por si a alguien le interesa, agrego que Sylvia tenía 31 años cuando se mató. 

 

 


Escritos póstumos y poesías de Herman Lauscher

 


Este pequeño libro fue escrito por Herman Hesse. Lo publicó en el año 1900. La tirada fue muy reducida y careció por completo de repercusión pública y crítica. Apenas algunos amigos y familiares del escritor lo leyeron. Algo bastante habitual en libros editados al margen de los grandes circuitos de distribución. En el libro, Hesse intenta mostrar el trabajo creativo y la angustia de un joven poeta que trata de buscarse a sí mismo y comprender el mundo que lo rodea.

Años después, Hesse, ya convertido en escritor reconocido, a pedido de algunos amigos, se decidió a reeditarlo. Dudó entre rehacerlo por completo o respetar el estilo y contenido con el que fue escrito. Prefirió, como muchos otros escritores cuando deben reeditar las obras juveniles que consideran mediocres, un camino intermedio. El texto se mantuvo casi intacto pero a la brevedad de la obra original le agregó nuevos escritos. Lulú y Noches de insomnio, dos obras muy menores de Hesse. 


En el libro es difícil advertir al futuro creador de El lobo estepario. Es, en forma evidente, una obra juvenil con todas las falencias que suelen tener las obras publicadas en forma demasiado temprana. Todo lo que puede decirse es que tiene un título interesante y que resulta una curiosidad al ser una obra primeriza de Hesse.

 

Leticia Jopre

Las mujeres de Helmut Newton: erotismo y sofisticación





 
 
Helmut Newton (1920-200) fue un fotógrafo australiano caracterizado por sus fotos llenas de glamour y seducción.

Eugène Atget y las calles de París

Eugène Atgent (1857-1927), fue un fotógrafo francés que se caracterizó por sus trabajos en las calles de París. Con personajes callejeros, edificios, y fotografías de maniquíes en vidrieras, consiguió imágenes muy sugestivas. Aquí muestro algunas fotos en las que queda manifiesto su talento.

Prostituta de París
Avenue des Gobelins
Rue du Maure
Organito

¿Escritores o estafadores?


Jerzy Kosinski fue un polaco de religión judía que, para no ser llevado al ghetto, cambió su nombre (Joseph Lewinkopf) y dijo ser católico. Desde niño aprendió a mentir. Se mudó a Estados Unidos y se nacionalizó. Después de recibirse en una universidad de prestigio como la de Columbia, fue profesor en Yale y Princenton. Un día decidió escribió libros. Escribió El pájaro pintado, una novela que parecía autobiográfica muy bien recibida por la crítica, Siguió con Pasos y llegó a Desde el jardín. Todo le iba bien. Hasta que lo denunciaron por plagio alevoso de Desde el jardín, que había escrito otro. Claro, no faltó mucho para que se supiera que era imposible hubiera escrito en un inglés tan perfecto El pájaro pintado porque lo hablaba bastante mal en ese tiempo. En fin, el tipo era un fraude completo. Lo descubrieron y se suicidó poniéndose en la cabeza una bolsa plástica. Algunos dicen que padecía un mal incurable. La verdad es que el tipo ya no tenía cara para presentarse en ninguna parte. 

Alex Haley aseguró que contaba su vida en Raíces, saga de africanos esclavizados y llevados a Estados Unidos. Él era descendiente de Kunta Kinte, que logró fama mundial por la miniserie que se hizo del libro. Presentando la miniserie, el propio Haley aparecía en los anuncios diciendo que esa era la vida de sus ancestros y la contaba tal como se la habían contado. Al descendiente de africano le hicieron un juicio por plagio de El Africano, una novela escrita por Harold Courlander. No es que se basó en algunos aspectos de esta novela, sino que, directamente, copió en forma textual páginas completas, incluso en forma minuciosa, sin cambiar una sola palabra, los capítulos 1 y 2 de El Africano. Haley fue otro de esos tipos que tienen la cara más dura que el mármol y en el alma el espíritu de estafador.

¿Alguien conoce a Henry Gauthier-Villars? Fue un escritor famoso en los principios del siglo 20. La fama como escritor se le acabó cuando se descubrió que era un tipo sin talento que contrataba escritores fantasmas para que le escribieran los libros. Siendo esto tan común, no sería muy digno de mención a no ser que usó a su propia esposa para que escribiera los libros que él firmaba. 

¿Y quién era la esposa? Una de las mujeres más famosas por sus novelas en las que abundan las descripciones precisas de los personajes y las situaciones, los romances y las relaciones sexuales. Varias de sus novelas produjeron escándalo en su época. Ella era Colette, una escritora sobresaliente y una adelantada (en su vida personal también) en todo lo que a sexo se refiere y del que habla con soltura, conocimiento y precisión. La fama de Colette perduró y el pobre de su marido fue con sus huesos y su efímera e inmerecida fama a ser comido por los gusanos.



por leticia jopre