Elena Shvarts nació en 1948 y murió en 2010, cuando había llegado a su madurez literaria. Elena estudió un poco de literatura en la universidad y otro poco de teatro. Escribió algunos artículos en revistas, escribió en prosa, pero había nacido para la poesía y lo mejor de ella está en sus hondos y bellos poemas publicados en unos catorce libros. Canto de pájaros en el fondo del mar, Solo en el tubo de calefacción y El vino del séptimo año, son tres títulos que pintan su estilo.
Lo que es una lástima es que ella sea rusa y nosotros (por lo menos yo) no sepamos ni saludar en ruso. Esto provoca lo de siempre cuando hay que traducir poesía: no saber si se lee al poeta o al traductor. Como sea, lo que se lee en inglés de ella es demasiado bueno como para ser cosa de traductores. Convencida de estar leyendo a una buena poeta y de creer que mucho análisis literario poco sirve y, además, (y como me lo enseñó un notable escritor argentino) sabiendo que la poesía se defiende sola, pongo un poema de Elena ya que como muestra basta un botón, según dicen en las mercerías.
Estaba pensando; Dios me ha abandonado.
Por lo tanto ¿qué hay de la obra?
Él es un rayo de luz sin precio
o una aguja delgada en el pajar del hombre.
Y cruel lo ha apartado de mí.
No me atormentes más.
Pero ¿cuál de nosotros es más cruel? ¿Más de temer?
Él nos ha hecho interminable inmensidad.
Por lo tanto nuestro dolor no tendrá límites.
por leticia jopre