Natalie Clifford Barney tuvo una larga vida, como que vivió desde 1876 a 1972. Durante esa larga existencia sin preocupaciones económicas porque su familia era muy rica, se dedicó a escribir, a incentivar a escritores y a tener en su casa un importante salón literario. Por supuesto, dada su formación y características personales, se radicó en París. Sitio apropiado para codearse con literatos, muchos de ellos los de la Generación Perdida y para hacer cosas que en otras partes, en ese tiempo, no eran tan bien recibidas. Por ejemplo, alentar la literatura hecha por mujeres y crear la Academia de las mujeres para oponerse a la Academia francesa.
Todo esto y bastante más no justificaría escribir sobre ella ya que no sería sino otra de las ricachonas esnobistas que ponen dinero en el arte. Lo justifica que hable de ella es que tenía talento como poeta y novelista. Y, sobre todo, considerando la época en la que vivió, mucha valentía. Natalie era lesbiana y, en vez de esconderlo, como lo hacían (y, lamentablemente, lo siguen haciendo) la mayoría de los homosexuales, ella lo proclamaba a los cuatro vientos, Y lo que escribió tiene relación directa con su lesbianismo porque tanto en poesía como en prosa realiza una literatura lésbica.
En sus poemas escribe del amor que siente hacia su amada del momento (tuvo varios romances, la poeta René Vivien y la pintora Romaine Brooks, entre otras), y alcanza su punto expresivo más alto con El pozo de la soledad (The Well of Loneliness), la novela lésbica más importante del siglo 20.
Natalie está casi olvidada pero dio mucho que hablar. Hay decenas de novelas y unas cuantas películas que se inspiraron en su vida. Es recomendable que se busquen sus libros y se la lea. Yo digo que se lo merece.
por leticia jopre